Arco 1.
Capítulo
4
Despertar
amargo.
La
luz de la mañana entraba se colaba por las rendijas de una prisión del
monasterio de Monte Oliveto Maggiore, Blacke podía sentir como esa luz quemaba
sus parpados. Entonces abrió sus ojos a un nuevo mundo, podía ver cosas tan
pequeñas que antes no podía percibir, como el polvo en el aire y como la luz se
descomponía en cada lugar, hasta que esta se transforma en la oscuridad.
Miro
a su alrededor, el lugar era conocido y desconocido a la vez, los detalles que
sus ojos percibían hacían que el lugar fuera algo totalmente nuevo, cuando
intento ponerse de pie se dio cuenta que estaba encadenado, rodeado de otros cuerpos de Frailes que
habían perdido la vida hace poco.
Las
cadenas de sus muñecas y tobillos no eran molestos, más bien parecían hilos muy
delgados que intentaban sujetarlo a una hoja de papel, siguió mirando hasta que
noto algo en uno de los cadáveres, sus labios habían sido cosidos, Blake
intento tocar su rostro y sin darse cuenta había separado la cadena que ataba
su brazo derecho de la pared, su fuerza ya no era común, sus ojos eran más
potentes que un telescopio, toco su
rostro y pudo sentir como un hilo grueso unía sus labios.
Un momento de dolor y
desesperación cruzo sus sentidos, pero después se dio cuenta que la sensación
era nula, como si su cuerpo estuviera adormecido por alguna droga.
Estaba a punto de jalar el hilo
que mantenía unidos sus labios, cuando una mano lo detuvo, miro a su costado
para mirar a quien pertenecía esa mano.
-
Si haces eso
destrozaras tus labios y será difícil que te puedas alimentar para que puedas
sanar todas tus heridas.
Irme había detenido su
movimiento, este tomo un cuchillo afilado que portaba en su cinturón, y corto
el cosido de los labios de Blake. Este retiro el hilo, sintiendo una leve
sensación de hormigueo mientras este retiraba de los orificios hechos por la
aguja e hilo.
-
Te preguntaras que
haces aquí, en las mazmorras de la Abadía.
Blake asintió con la cabeza,
mientras podía sentir y tocar como las heridas de sus labios, se cerraban.
-
Mientras termine de
tomar tu sangre, entraron los frailes a tu celda, para verificar tu estado, y
antes que pudiera sacar tu cuerpo del Monasterio ellos, hicieron sus ritos
funerales, pero leyeron tu ultimo escrito como humano, y cosieron tu boca y te
metieron aquí, dos veces vienen a revisar los cadáveres que ponen aquí, desde
que moriste ellos temen que se convierta en una nueva plaga.
Blake terminaba de quitarse las
cadenas que lo ataban, su nueva fuerza lo sorprendía, era más de lo que él se
imaginaba. Cuando nació un calor desde su estómago, subiendo por su esófago y
llegando a su garganta, sentía que se ahogaba, después una sed que no podía
controlar, sus ojos buscaban agua, o algo que apaciguará la sensación en su
cuerpo.
Irme extendió la mano con un
ánfora, el fraile la tomo rápidamente, abriéndola y bebiendo el contenido, un
segundo sintió que su corazón regresaba a la vida después, pero no escuchaba
ningún latido, pero su sed estaba desapareciendo, sentía que el calor de su
garganta era menos, su mente regreso y cuando pudo percibir el olor de la
sangre, este dejo caer la ánfora derramando su contenido, un charco rojo se
formó en aquel lugar.
La reacción de Blake fue de asco,
este se agacho e intento vomitar, pero nada logro con ello, su sed estaba
saciada.
-
Creo que tu cerebro
aun intenta reaccionar humanamente, pero lo has dejado de ser un simple humano.
Es hora de irnos, que pronto vendrán los custodios a revisar.
Irme estiro la mano para ayudar
al fraile a ponerse de pie.
-
Conoce tu nuevo
mundo, en el mundo que ya creías conocer.
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