Arco 2.
Capítulo 4.
El nido de la araña.
El tren con un sonido fuerte y un
pequeño movimiento detuvo su camino, llegando a la central de Luxemburgo. Los
dos médicos, tomaron sus maletas, dirigiéndose a la salida más cercana.
-
Primero iras al hotel
donde te quedaras, o quieres compartir taxi para ir a la clínica, aun debo
pasar a dejar algunos papeles.
El señor Graff hizo esta
propuesta, Lander aún se sentía incómodo con su presencia, pero sería bueno
llegar con el director del hospital, las presentaciones serían más rápidas, así
que accedió a compartir el taxi.
Mientras viajaban en el taxi,
Lander se dio cuenta que el señor Graff, seguía muy calmado, no parecía el
director de alguna institución médica, no se veía cansado, o que el trabajo de
médico le cobrara la factura de las guardias o trabajo en el hospital.
-
Dr. Cole, ¿ha
escuchado la teoría de loa agujeros negros?
-
En alguna ocasión, la
física no es una de mis ramas.
-
Se lo pondré de esta
manera, se dice que los agujeros negros tienen calor, y en vez de crecer estos
explotan en lo que pierden ese calor, como tal si existe calor tal vez exista
la luz en él, y la mayoría de las personas colocan a un agujero negro como la
manifestación total de la oscuridad, pero sin luz no puede existir oscuridad y
eso es mi clínica, una luz en la más densa oscuridad.
-
Parece que estuviera
hablando, de que fuera la luz de dios.
Respondió
Lander un poco sarcástico, ya que él hace mucho había dejado de creer en él.
-
No somos dioses, pero
somos más misericordiosos que él, cuando un hombre o mujer enfermo nos pide
ayuda.
Lander
solo pudo soltar una risotada, al escuchar tal declaración, un hombre que ayuda
a morir a otro, y es misericordia de él, eso es más que un simple asesinato. Ya
que los verdaderos médicos buscan salvar vidas, no ayudar a terminarlas.
-
Puedes pensar que es
arrogancia de nuestra parte, pero hace muchos años y en la actualidad es lo
mismo. Siempre hay una enfermedad, ya sea médica o social, que pide vidas.
Esta
última frase fue el fin de la conversación, el taxista indico la llegada al
destino, cuando los médicos salieron del taxi y bajaron sus maletas, pudieron
ver la clínica, que más que clínica parecía una mansión, con una arquitectura
gótica, las esquinas de la casa custodiadas por gárgolas seme humanas pero su
cara de bestias podían aterrorizar en una noche de luna llena.
Los médicos arrastraron sus
maletas hasta la entrada, una cámara los seguía desde que entraron por una
vieja reja, y un jardín con algunos árboles y rosales adornaban el frente de la
clínica.
-
Diablos, sí que esto
de matar gente, les deja dinero.
Graff se giró hacia él, era más alto
que Lander, y su figura imponía respeto aun sin realizar ninguna acción.
-
Preferiría que no
usaras esos términos, ya que el jefe de médicos tiene una ideología muy fuerte
es cuestión a cómo tratar a los pacientes terminales.
-
Entendido señor, no
hare más comentarios de esa índole.
Los dos hombres se relajaron y
tocaron el timbre, una dulce voz de mujer se escuchó por la alta voz, para
darles la bienvenida, mientras un sonido fuerte sonó mientras la puerta se
abría. Las dos personas pararon mientras la puerta se movía atrás de ellos,
Lander sintió que en ese momento dejaba su humanidad detrás de la puerta que
automáticamente se cerraba.
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