miércoles, 10 de junio de 2015

Arco 2.

Capítulo 2.

Los trenes que escuchan historias.

Central de trenes de Suiza. 10:00 am.

Lander con grandes ojeras adornando su cara, arrastrando sus maletas de manera desganada por los andenes de la estación, buscaba el tren que lo llevaría a Luxemburgo, después de su última noche con su amante que no vería en dos meses, ya que estaría en una clínica para enfermos terminales. Donde se les da un tratamiento especial para morir que causa poco dolor, las personas que lo han visto lo describen es la forma más rápida y tranquila para morir.

Para el, que trataba muchas veces con personas con cáncer y sin mucha esperanza de vida, el hospital lo envió para que se cerciorara que la forma que describen en su tratamiento para el último paso era así, como lo describían los estudios que manejaba la clínica Azaril, aunque sus reportes parecían tener muchos detalles sin una explicación más desarrollada.

La estación de trenes que parecía sacada de alguna película antigua, con su reloj central en la fachada marcando las horas. Lander con boleto en mano caminando por los andenes correspondientes del tren que lo llevaría a su estancia de dos meses. Un tren reluciente y de color blanco,  de los que tanto se a alardea son de los más veloces del mundo y cómodos para los pasajeros, a mucha gente le causaría gran emoción abordar un tren a sí, pero para el solo es una pérdida de tiempo, al final de cuentas solo va a un lugar donde dan una forma “romántica” para morir a una persona.

Pero aun a sus pensamientos Lander subió al tren, se sentó en el número del asiento que le correspondía, aun tardaría 15 minutos más el tren en salir, un par de horas de trayecto de seguro le ayudaría a dormir un poco, para estar más centrado, ya que las noches anteriores entre guardias y emergencias poco pudo hacerlo.

-          Disculpe, buenos días, creo que las próximas horas seremos compañeros de viaje.
Un hombre ocupaba el asiento libre al lado de Lander, un hombre con gran porte, su espalda ancha, ojos de color verde, aunque su cabello cenizo le daba un toque de vejes, hasta el olor del perfume Chrome Azarro, era muy fuerte. Una persona que no podía pasar desapercibida. O más bien parecía que quería llamar la atención.

-          Buenos días, le pediría que si me duermo no lo tome como una falta de respeto, estoy bastante agotado. Lander pensó que si viaje sería más solitario.

-          Mis disculpas joven, al parecer su noche fue muy agitada, hare lo posible para no molestarle.

Lander asintió con la cabeza, el hombre era muy educado, aunque su presencia comenzaba a llamar de alguna manera la atención del médico. Después de unos minutos de espera el tren inicio su recorrido, solo un sonido leve y la sensación vaga de movimiento hizo que el estómago de Lander saltara y se percatara de esto.

-          Solo por estas sensaciones que aun el cuerpo humano percibe, notamos que comenzó a moverse el tren, en la actualidad, la estabilidad de estas máquinas es impresionante, anterior mente los trenes eran muy ruidosos, incluso los maquineros corrían el riesgo de quedarse ciegos por los contaminantes del carbón.

Lande miro a la persona que estaba sentado a su lado, al parecer noto su reacción cuando el tren inicio la marcha, aunque para el nunca hizo algún gesto para que alguien se percatará, o mejor dicho no es una reacción rara, todos los pasajeros experimentan esa sensación, tal vez por eso lo menciona.

-          Parece que sabe bastante de trenes, hasta pareciera que viajo en alguno de ellos, hahahaha.

El compañero de viaje solo sonrió, su cuerpo se orientó hacia Lander.

-          Un gusto señor Cole Lander, mi nombre es Graff Irme, será un placer tener una plática con usted.






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