jueves, 4 de junio de 2015

Arco 1

Capítulo 1.

Toda luz genera una sombra.

Durante el Siglo XIV, el año 1350 de nuestro señor, cerca de la Toscana Italiana, una aldea comenzaba a desaparecer, azotados por la pandemia de la peste negra. Los cadáveres incontables ya hacían en las calles, el esfuerzo de las monjas y sacerdotes eran inútiles. Las muertes no se podían evitar, mujeres, niños eran evacuados con poco éxito, la muerte se apodero de mundo.

En una de las cabañas alejadas del pueblo donde se llevaban a los infectados por la enfermedad el Fraile Blake, hacia su mayor esfuerzo, posiblemente ya estaba condenado a muerte por el contacto con los enfermos o simplemente la desesperanza de no poder ayudar al pueblo del señor a sanar, lo hacían pensar que el infierno ha emergido a la tierra.

Hierbas, métodos gitanos, incluso magia negra, se había intentado todo lo permitido o prohibido para curar a los poblados, pero nada resultaba, solo podía esperarse la muerte una vez iniciada la enfermedad. La desesperanza del Fraile se hacía notoria, cada vez más alejado de su fe.  Pocas veces se le veía haciendo oración o dedicándole tiempo aquel le llamaba dios.

Casi siempre se le podía ver acompañando a los enfermos en las cabañas, pasaba noches y días cuidando y haciendo que sus últimos momentos fueran lo menos dolorosos, algunas hierbas mitigaban el sentido del dolor pero todo era pasajero, siempre la sensación estaría.
Una noche bajo la luna llena, pocas velas alumbraban el lugar de un enfermo, apunto de fallecer, poco podía hacer el Fraile Blake, las hierbas no funcionaban, el dolor de su paciente crecía conforme la noche avanzaba. Quejidos por el dolor del cuerpo y tos acompañada de sangrado, aunque eso era normal en el lugar, la muerte siempre rodeaba el lugar en espera del siguiente.
El fraile solo se dedicaba a cambiar las compresas con agua fría para mitigar la temperatura, cuando cambiaba una de las compresas, el enfermo tomo su brazo con la poca fuerza que le quedaba.
 
-          Por favor, por la misericordia del señor, ayúdame a morir, no soporto más este dolor.
-          Hijo mío, no puedes pedir esas cosas, solo son alucinaciones, dios sigue contigo.
 
-          Porqué mientes a alguien que está a punto de morir. Eso no es misericordia, simplemente es la forma de que tu conciencia no te recrimine después. A si es como se maneja en estos tiempos un siervo del señor.

Desde el lugar más oscuro un individuo oculto en las sombras, dijo esas palabras. El Fraile asustado, pensando que solo estaba él y los enfermos, busco el origen de aquella voz, que parecía venir desde la misma muerte, tan frías y secantes frases. Al ver la figura oculta en las sombras, clavo su mirada intentando darle forma a lo que se encontraban en ella.

-          Acaso realmente no sería humano darle fin a su sufrimiento, tanto dolor y desesperanza en un corazón, no sería justo ayudarlo a que llegara su alma con el creador. Fraile Blake, no tema a la muerte que en la muerte hay vida. No es lo que predica su palabra, entonces para que alargarla si no tiene fuerzas para seguir con ella.

En esos momentos esas palabras no se le hacían nada desconocidas a Blake, ya que el mismo las había pensado cuando aumentaban los muertos por la enfermedad, que no puede hacer nada más por los enfermos que ayudarlos a llegar rápidamente con dios, ya que no hay curra para esa enfermedad. Para debería dejar que su agonía fuera tan larga.

-          Entonces hagamos un acto de piedad mi estimado fraile, ayudemos a llegar a la otra vida a esta persona que lo suplica.

La voz ya no sonaba en el lugar donde la tenía la mirada fija, ya se encontraba a sus espaldas, sintió como una mano helada le tomaba el hombro. Intento mirar el aspecto de la mano que se había postrado en él, entonces un grito ahogado, parecía la mano de un muerto, llena de cortes, las uñas largas y de un color de un cadáver.

Se levantó de donde se concentraba, sus ojos asustados se movían buscando el rostro, su cerebro lleno de pensamientos que el mismo demonio estaba en ese lugar para llevarse las almas del todo pueblo al infierno. No podía enfocar correctamente entre luz y sombra no podía ver el rostros de aquel ser, solo podía ver una túnica cubriéndolo.

-          Dios santo, que demonio ha llegado a aquí para arrastrar al infierno. Pater Noster, qui es in caelis, sanctificétur nomen Tuum. El Fraile en su limitado razonamiento por el miedo, solo comenzó a rezar tan fuerte, pero fue acallado por una voz que se imponía a la de él.
 
-          No soy un demonio o al menos no me considero uno, si hay animales muertos en este mundo hay carroñeros que se encargan de comer su carne, es la naturaleza, incluso los humanos creados a la forma de dios, lidiamos con la naturaleza. Fraile no tenga miedo que no vengo por su vida, hoy no, es su turno.
 
La sangre de Blake se congelo, parecía que todo se movía tan lento, la sombra  dio un paso hacia adelante dejando que su rostro se iluminara con la luna, una carne tan blanca como la misma luz que la revelaba, unos dientes que sobresalían de los labios, parecía estar llena de escamas o esa impresión le dio al fraile.
 
-          Demonio, demonio, demonio, aléjate de nosotros, no te llevaras estas almas del señor.
 
-          Ya hace mucho el demonio se llevó al carajo este pueblo, y aun te atreves a decir que dios no los ha abandonado, mira poco a poco presentas la enfermedad, y piensas que tu dios nos ayudara. Una gran risa salió de aquel ser que se presentaba al Fraile.
 
 
-          Dios es grande y jamás nos abandonara, él nos esperara en su reino, no en este mundo.
-          Si, si, sí. No estoy aquí para discutir tu creencia. Solo vengo a terminar con el sufrimiento de estos hombres, ya que te lo he dicho, su próxima muerte puede ser vida para mí.
 
-          Ni se te ocurra hacer algo, piensa devorarlos demonio.
 
-          No soy un caníbal, no me apetece la carne humana.
 
Se acercó al hombre que tenía pocos minutos de vida, sus ojos que parecían agujeros negros, se cruzaron con aquel que ya convalecía en cama.

-          El ángel de la muerte ha llegado por mí, llévame a la paz eterna. Dijo aquel hombre moribundo.
 
-          Descansa en paz hermano mío, que tu alma llegue al señor.
 
El ser se abalanzó sobre él, el cuerpo del hombre en cama se sacudió un momento después de unos segundos dejo de hacer, Blake no sabía que estaba pasando, sus sentidos no respondían, no sabía si atacarlo, rezar o simplemente dejar que el demonio se llevara las almas de todos.
La respiración de aquel hombre tubo un segundo de agitación y después de unos minutos todo había terminado, el hombre había dejado de respirar, su semblante era tranquilo, no parecía que sufriera más, en ese momento aquel ser que estaba sobre él, se apartó, todo su cuerpo había cambiado, su carne blanca a hora gozaba de un color rosado intenso, sus ojos ya no eran oscuros sino de un verde del color del jade y hasta pudo notar que aparecía cabello en la cabeza del ser, se convertía en un humano.

-          Deje presentarme mi estimado Fraile, mi nombre es Irme, dejemos que soy un antiguo morador de las tierra.

Se quitó la capucha de la túnica, su pelo era largo y dorado, pocos veces se podía ver personas con esas características físicas, normalmente las personas de las aldeas cercanas tenían la piel más oscura, su cabello y ojos de colores castaños.  Pero lo más descosen ante para Blake era todo lo que paso hace uno minutos, un demonio tomo la vida de alguien ahora se le presentaba como un humano cualquiera. Dios lo había abandonado definitivamente, los demonios por fin habían subido a la tierra como lo decían los textos, se vestirían de ovejas y se confundirían con el rebaño del señor.

-          Mi querido fraile, le repito yo no soy ningún demonio, soy un humano pero con potencial diferente y una alimentación poco normal. Por ahora solo le puedo indicar que ellos mueren tranquilamente, ya que su cuerpo se paraliza es como una anestesia muy fuerte, después solo se sentirán sin fuerza y se quedaran dormidos, ya no sufrirán, así que si me disculpa hay muchas personas que necesitan el descanso eterno.

Y con esas frases las sombras se apoderan del lugar, abalanzándose en cada rincón, en cada cama que se encontraba un enfermo, cada vez se le notaba más fuerza al hombre. Si es lo que aseguraba ser. Esa noche muchos hombres y mujeres, tomaron su última bocanada de aire antes de ir con su creador.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Arco 2.

Capítulo 1.

Una Verdad a medias.

Hospital de especialidades, de la Ciudad de Suiza.

Una noche terrible había terminado la luz del sol entraba por los ventanales, lastimando los ojos del Doctor Lander,  tres pacientes en etapa terminal de cáncer habían perdido la batalla, aunque es la nueva pandemia del siglo, para el doctor cada paciente que no podía salvar era una batalla perdida. Algo que no podía perdonarse. No olvida cada caso, cada rostro, los guarda y ese dolor lo hace que cada paciente nuevo la lucha sea más grande.

Llego a la sala de doctores y se dejó caer en una silla, se cubrió los ojos con el antebrazo, para intentar evitar que la luz lo lastimaran más, ya que no pudo dormir tanto por el trabajo como los pacientes como lamentar las perdidas. Después de unos minutos unos brazos delgados rodearon el cuello de Lander, un perfume con olor a frutos rojos inundo el lugar, su cabeza quedo recargado en los pechos de una mujer pelirroja, de figura estilizada y piernas largas que presumía con una falda corta.
 
-          Otra vez te pones a si, deberías regresar a la medicina general y dejar esa especialidad.
 
-          Querida Eline,  no sé cuántas veces lo tendré que repetir, quiero ayudar además de dejar mi nombre en la historia de la medicina.
 
-          Si, si, siiii, ya sé que quieres hacer historia, pero por ahora solo deberías relajarte. Esta noche te veré en casa y preparare la cena y tu postre bueno ese lo podrías comer desde ahora.
La mujer acerco su rostro para besar a Lander pero este la detuvo, un gesto de molestia apareció en ella, dio algunos pasos atrás,  para darle la espalda al médico que literalmente se convirtió en una marioneta sin vida en la silla.
 
-          Solo recuerda que esta es la última noche que pasaremos juntos, porque te iras dos meses a Luxemburgo, y no sé si lo resistirás tu qué quieres salvar a todos, estar en una clínica para la eutanasia.
La mujer se giró para ir a una mesa donde una cafetera terminaba de extraer el líquido vital para varias personas, tomo una taza de color blanco y sirvió el líquido tan negro que se dudaría que fuera café, tomo un sobre de crema y tres de azúcar, los dejo en la mesa donde Lander se encontraba sentado.
-          Al menos toma eso para que te despabiles y puedas manejar a tu casa. Y después te espero en la mía sin falta.
La mujer salió de la habitación, cerrando la puerta con cierto enojo, Lander solo giro el cabeza debido al sonido, se enderezo en la silla y con pocas energías comenzó a preparar el café.
 
 
 
 
 
 
 

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