Arco 1.
Capítulo 2.
La verdad siniestra.
El gallo cantaba, el amanecer
llego con colores de un rojizo pálido, el fraile Blake postrado en un rincón de
la cabaña abría los ojos pensando que todo fue un pesadilla, miro el escenario,
camas y piso lleno de personas sin movimiento, ninguna reparación agitada o
sonidos de dolor, todo era calma y quietud.
La luz fue invadiendo las
sombras, todo se hacía más claro, cuando el lugar se ilumino por completo un
hombre de espalda ancha, fuerte como un guerrero romano, su cabello era del
color de la ceniza. Totalmente desnudo estaba en medio de los cadáveres. Fue
como ver en vida uno de los círculos infernales, el fraile puso una cara de
horror, recordó poco a poco lo que sucedió en la noche, del ser que llego al
lugar ahora aparecía un hombre, o un demonio con piel de oveja.
Intento ponerse de pie, los
nervios lo traicionaban, callo unas cuantas veces antes de lograr estar firme,
sus ojos intentaron localizar de nuevo el humano que estaba en la cabaña con
él.
-
La vista humana, no
puede seguir nuestros movimientos, mi querido Fraile.
Una voz armoniosa como el canto
de un ave se dejó escuchar, dulces palabras del demonio, a si Blake lo pensó.
-
Creo que tendrá
preguntas de lo que paso aquí, bueno aunque ya todos están muertos y sin
sufrimientos.
Irme estaba ya al lado del
fraile, el intentaba regresar a la razón, anoche después de un rato perdió el
conocimiento así que no supo de él hasta ese momento.
-
¿Qué eres tú, que
quieres de mí?
Aquella persona sonrió, pudo
verse una dentadura tan bien definida y tan blanca como la leche, que le parece
tan gracioso pensó Blake, en ese lugar solo hay muerte.
-
Bueno al parecer te
quedaste mudo, entonces te explicare, noche y día, muerte y vida, todo un equilibro, pero
siempre hay un punto medio.
El
alba, el crepúsculo, el moribundo, puntos medios entre uno y otro, y yo soy el
punto medio entre la vida y la muerte, entre el día y la noche. Soy alguien que
ya dejo este mundo, pero que no puede ir al cielo o al infierno. Soy tan humano
como tú, pero a la vez tal como un animal, siguiendo sus instintos.
El fraile escuchaba sus palabras
que taladraban sus ideas, chocando con todas sus creencias, solo podía pensar
en el demonio había llegado a la tierra, el apocalipsis iniciaría y él es
testigo de tal acontecimiento.
-
Pero no soy un
demonio ni yo mismo entiendo aun mi origen, solo sé que un día desperté y era
así, con una sed que el vino o el agua no calmaba, hasta que probé la sangre de
un ciervo, tan dulce para mí y llenándome de una fuerza que supera a una
cuadrilla de los mejores soldados. Pero al paso de no probar la sangre de algún
ser vivo me debilitaba, envejecía y me hacía parecer un dragón, pero cuando no
puede más, probé la sangre humana, era dulce como la miel y la que más hacia
durar mi juventud.
Blake se preguntaba por qué a él,
le contaba todo esto, el demonio se confesaba con él, pretendía el perdón de
dios, o simplemente le explicaba todo antes de que al también lo matara.
-
¿Por qué me lo
cuentas? El fraile con voz temblorosa, realizo esta pregunta.
-
¿Por qué?, porque
alguien debe documentar y saber que existo, o mejor dicho que existimos más en
este mundo.
-
Y la única forma de
que podamos pasar a la historia es que alguien escriba sobre nosotros, es como
Jesucristo, nadie de esa época vive ahora y solo por lo que las personas
escribieron, creen y adoran. La fe es tan voluble.
Todas estas palabras Irme eran
tan claras como la luz de la mañana, precisas y bien argumentadas. A Blake no
se le ocurría algún argumento para refutar estas ideas, que llevan a la mente a
un caos y después a la iluminación.
-
Así que te he observado
este tiempo, luchando por salvar vidas, tú siendo un fraile preparado en las lecturas y escrituras, quiero
que escribas sobre mí.
La historia se escribe por los
que sobreviven o los ganadores, entonces significa que la noche anterior el
sobrevivió para escribir la historia de una raza de algún tipo de hombre o
animal.
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