Arco 2.
Capítulo 3.
Viviendo el pasado.
-
¿Disculpe lo conozco?
Lander miro con extrañeza, a quien estaba a su
lado. El no recordaba a ver visto una persona a si en su vida, sus facciones
serian difíciles de olvidar.
-
Parece sorprendido
señor Cole, pero en el mundo de la medicina es usted muy reconocido. Tal vez mi tarjeta le despeje algunas de sus
dudas.
En la mano de Graff aparecía una
tarjeta de presentación de color blanco, con tipografía muy elegante que
decía; Graff Irme, Director Clínica
Azarril. Lander trago saliva, era ni más ni menos con la persona con la que se
tenía que reportar al llegar Luxemburgo.
-
Usted es…… mis
disculpas, la verdad pensé que…
-
Que yo era un anciano
o algo así y que no se esperaba encontrarme en el tren.
Pare ser el director de una
clínica se ve demasiado joven, pensó Lander, para su pesar ya casi llegaba a
los 35 años y por las jornadas tan duras que tenía parecía que está llegando a
los 40.
-
La verdad es una
coincidencia bastante rara, señor Graff, mismo viaje, asientos cercanos.
Pensaría que planeo algo.
-
Nosotros mismo
elegimos nuestras coincidencias, usted
no sabe cuántas veces una decisión puede tener tantas vertientes, que al final
de cuentas usted eligió una de ellas desde comienzo al comprar un boleto para
este tren y a esta hora.
-
Usted parece una
persona que le agrada la filosofía, algo rebuscada para mi esas palabras. Pero
las entiendo.
-
Me alegra escuchar
eso, al menos a si no pensare que usted piense que estoy loco señor Cole.
-
Por favor llámeme Lander,
aun no estoy casado para que se dirija hacia mí de esa manera.
-
Entonces mejor
preferiría que lo llamara ¿Dr. Cole?
La conversación fluía demasiado
bien, Lander pocas veces tenia conversaciones de esta manera, con la única que
llegaba a tener ese nivel de fluidez era con Eline, que posiblemente se pondría
muy celosa de verlo hablar así con alguien más, porque esa era su tarea.
-
Bien tengo una
pregunta por hacerle, en este viaje, que tal vez nos evite una próxima
discusión cuando ya esté en la clínica.
Lander nuevamente trago saliva y
espero la pregunta, tal vez lo regresarían en el siguiente tren a Suiza.
-
¿Qué opina de la
eutanasia?
-
La odio, es la salida
para los cobardes.
-
¿Tiene alguna razón
en específico para hacerlo?
El odiaba que le hicieran esa
pregunta, ya que como Suiza tiene la libertad de dar elegir la forma de morir
con asistencia médica, y el enfrentándose a tal vez currar una de las
enfermedades más letales de la era. Aunque no era su mayor molestia de este
método. Pero la voz lo regreso a la realidad.
-
¿Y cuál es la
respuesta señor?
-
Cada vez que un
paciente con cáncer terminal, me busca por eso, me siento como un asesino.
-
¿Entonces porque ir a
nuestra clínica?
-
¿Busca un método para
que usted deje de sentirse culpable, por ayudar a alguien a morir?
Lander solo pudo mirar hacia la
ventanilla del tren, para percibir el efecto óptico de que las cosas parecen
ser tragadas por la tierra, mientras avanza con velocidad el tren.
-
Ayudar a la gente a
morir me causa terror, quisiera poder ayudarles a curar esos males, pero al
final todos tenemos garantizada la muerte, no soy un dios para poder quitarles
la vida.
-
Tal vez no es un
dios, pero es la persona que tiene el conocimiento y medios para ayudarlos a
proseguir en su camino, aun que duele admitirlo, usted solo es un instrumento
más de lo que graciosamente llamamos destino.
Solo pudo apretar los puños y
aguantar las lágrimas, Lander estaba envuelto en sentimientos encontrados con
esas preguntas.
-
Discúlpame por ser
tan rudo con estas preguntas, pero son cosas con las que tenemos que tratar
todos los días.
-
No se preocupe, creo
que tarde o temprano me las haría.
Los dos pasajeros guardaron
silencio el resto del camino.
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