Arco único
Capítulo 2
Señal
Pasaron unas horas en el laboratorio, el Dr. Cole había revisado las pruebas de una paciente con cáncer en etapa terminal, para el ese tipo d situaciones eran incomodas.
Tomo los documentos y decidió salir a fumar un poco. No pidió más explicaciones a Angelo, sobre sus actividades en el laboratorio. Mientras caminaba en los pasillos del lugar buscando el área para fumar, se encontró con el jefe de médicos Blake.
- ¿Cómo va todo en el primer día?
- Exactamente no es lo que quisiera para el primer día.
Respondió el oncólogo mientras sujetaba los papeles fuertemente con su mano.
- ¿Son los estudios de la paciente que ingresara mañana?
- Si…….
- Parece que no te agrada la idea.
- No me agrada la idea de ayudar a alguien a terminar así.
- ¿Qué recomendarías?
Cole pensé en las posibilidades, para que el paciente pudiera extender su vida.
- Tal vez, con una quimioterapia más agresiva, y tal vez un tratamiento en la piel, y amputando la pierna más afectada, podría extender su vida un par de años.
El silencio se hizo presente después de ese comentario, los médicos quedaron de pie, sin ninguna reacción.
- Te mostrare el área para fumadores, sígueme.
- Sí.
Caminaron hasta las escaleras, después de subirlas el Dr. Blake mostro la habitación con un letrero, al abrirla, solo había unas sillas y una mesa en el lugar, y un extractor de aire colocado en una parte alta.
Ambos tomaron asiento, Cole puso cenicero en medio de los dos y saco una cajetilla de cigarrillos, ofreció uno a su acompañante pero este se negó.
- Lo deje hace mucho tiempo.
- A mí tampoco me gusta, pero calma mis nervios.
- Deberías probar otras cosas.
- Suenas a mi novia.
Dejando los papeles en la mesa, Cole tomo un cigarrillo y lo coloco en su boca. Cuando este busco su encendedor, el Dr. Blake ya tenía el suyo en la mano y encendido.
- Dijiste que lo habías dejado.
- Con los años aprende que tener fósforos o un encendedor puede ser muy necesario.
- Ahora suenas como mi abuelo.
El medico dio la primera bocanada al cigarrillo, después el humo salió de sus labios con forma de un aro.
- ¿Eso también lo enseñan en la facultad?
- No, al menos no directamente.
- Los adultos y sus juegos.
- Ciertamente.
La mirada del Dr. Blake se posó en el cigarrillo, y en como la llama consumía el contenido.
- Crees que realmente extendería su vida o extendería su agonía, en tratamiento agresivo.
- Si lo vez desde cierto punto de vista solo es postergar lo inevitable.
Respondía el Cole después de sacudir el cigarrillo, para que la ceniza callera.
- Pero si lo vez desde otro punto de vista, busca luchar por su vida.
- Y esa lucha tendrá un final, bueno o malo pero la tendrá.
Su compañía ahora era la que le respondía.
- He visto miles de enfermedades, y como se llevan poco a las personas que uno aprecia. Pero también a las personas desconocidas. La muerte no distingue si quieres luchar por tu vida o no.
Quien fumaba inhalo profundamente, el cigarrillo que estaba en sus labios se quemó más rápido, después este echo la cabeza hacia atrás y saco todo el humo como si imitara a un volcán, sacando una humareda.
- La mente humana es más difícil de entender, la muerte no espera a nadie es cierto, pero todos queremos permanecer el mayor tiempo con vida.
Cole Lander miro directamente a los ojos de su compañero.
- ¿Y qué pasa cuando buscas la muerte o la muerte te busca a ti?
- Hay gente que la abraza sin temor.
El cigarrillo se había terminado, Cole tomo la colilla y aplasto con fuerza en el cenicero, para a pagarlo.
- Entonces, esa gente solo quiere dejar de sufrir, pero de una manera equivocada.
- ¿Quién te asegura que con la muerte el sufrimiento se termina?
El Dr. Blake se puso de pie y abrió la puerta de la habitación.
- Hay más cosas en la muerte, de lo que puedas imaginar, a veces parece más abrumadora. No solo para los que sigan con vida, sino también para el que parte.
- Empiezas hablar como si fueras a morir muy pronto.
Tomando otro cigarrillo de la cajetilla, Lander contestaba la mención del otro médico.
- Abecés pienso que es un deseo reprimido que tengo desde hace varios años.
La puerta se cerró, el desconcierto del hombre que se había quedado fumando era grande con esa última frase, aunque su dolor de cabeza por la resaca no le permitía pensar con más claridad.